viernes, 29 de julio de 2011

Concepto del motor a implosión

El Motor de Implosión se basa en la espiral logarítmica.

Este rectángulo áureo se construye usando la sección áurea, recta que definió Euclides y que casualmente se encuentra en las medidas de la pirámide de Gizeh.

El fluido que usa el motor a implosión nazi al parecer es agua mezclada con aire comprimido por un motor eléctrico de 20.000 rpm de la Luftwaffe. Se basa en un cambio de velocidad del líquido que es producido por los giros cada vez más pequeños de la espiral, comprimiendo cada vez más el agua al concentrarse la espiral.
Luego al llegar al punto de máxima compresión debido a las fuerzas centrifugas en los giros, comenzaba otra espiral, también logarítmica, que iba en sentido contrario de la primera pero ahora abriéndose, descomprimiendo el líquido a cada vuelta y llegando de nuevo a la bomba accionada por el motor eléctrico.
Este comprimir y descomprimir del fluido es una técnica que llamaron "Vórtice Dinámico".
Los tubos por donde circula el agua tienen una peculiaridad: dentro de ellos mismos se producea una espiral que se comprime y luego otra que se descomprime. Esto se logra a través de un diseño algo peculiar de los tubos donde circula el fluido (que puede ser agua con algún solido diluido, quizás, algún metal o aislante) que circula en forma espiral. Lógicamente es logaritmica de nuevo, pues, es la que se forma naturalmente al desalojar un líquido cualquiera.

La presión del agua sobre los tubos debido a la fuerzas centrífugas se anula por la resistencia del tubo a esta fuerza resultando Fuerza=0, como dirían en física clásica, pero ¿es posible que ese "movimiento espacial" del agua produzca ondas de presión fuera de la tubería?

Ahora necesitamos un fuerte campo electromagnético. Para producirlo hay como un bobinado eléctrico alrededor del motor de implosión.

3 comentarios:

  1. Los líquidos son incompresibles zoquetes

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  2. Cualquier cosa se puede comprimir.
    Si bien es cierto que es mucho más fácil comprimir gases que materia en cualquier otro estado, ya que los gases están compuestos de moléculas muy separadas entre sí.
    En el caso de los líquidos y sólidos, los átomos y moléculas que los componen están más o menos en contacto. Si no se acercan aún más es por la repulsión mutua de los electrones que existen en las regiones exteriores de los átomos; esta repulsión es una resistencia mucho más fuerte a la compresión que el movimiento molecular en un gas.
    Pensemos por un momento que vertimos cierta cantidad de agua en un recipiente rígido abierto por arriba y que ajustamos un pistón en la abertura hasta tocar el agua. Si empujamos el pistón hacia abajo con todas nuestras fuerzas, veremos que apenas cederá. Por eso se dice a menudo que el agua es "incompresible" y que no se puede apretujar en un volumen más pequeño.
    Nada de eso, al empujar el pistón sí que comprimimos el agua, pero no lo suficiente para medirlo. Si la presión aplicada es mucho mayor que la que pueden ejercer nuestros músculos, la disminución del volumen de agua, o de cualquier otro líquido o sólido, llega a ser medible. Por ejemplo si comprimimos 100 litros de agua con una fuerza de 1.050 Kg. por cm², su volumen se contraerá a 96 litros.
    Si la presión aumenta aún más, el volumen seguirá disminuyendo. Bajo tal compresión los electrones son empujados, por así decir, cada vez más cerca del núcleo.
    Si la presión se hace suficientemente grande –digamos que por el peso acumulado de muchos miles de kilómetros de materia bajo una gran fuerza gravitatoria–, la repulsión electrostática se viene abajo. Los electrones ya no se pueden mantener en órbita alrededor del núcleo y son desplazados. La materia se reduce entonces a núcleos atómicos desnudos y electrones volando de acá para allá en movimientos alocados.
    Los núcleos son mucho más diminutos que los átomos, de manera que esta "materia degenerada" sigue siendo en su mayor parte espacio vacío. La presión en el centro de la Tierra o incluso de Júpiter no es suficiente para formar "materia degenerada", pero en cambio sí la hay en el centro del Sol.

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  3. Qué pena que desconozcan una verdad universal: EL AGUA NO SE COMPRIME.

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